25 de junio de 2009

Nada es lo que parece


Talleres de escritura creativa fuentetaja Mayo /Junio 2009. Jornadas alrededor del cuento .
Un taller de José María Merino. Viernes 29 de mayo de 16,30 horas a 21,30 h.

En la tarde de jornadas alrededor del cuento pude asistir al taller impartido por José María Merino, así nació el cuento literario titulado:

Nada es lo que parece

Ante la velocidad sobrecogedora a la que comenzó a circular el tren, el corazón de Mister Scott se aceleró. Se fue en busca del revisor quería dar las quejas, incluso haría una reclamación por escrito. No estaba dispuesto a llegar con taquicardias a París, faltaría más. Le habían concedido un importante premio relacionado con un concurso de cuentos literarios en el que se habían presentado autores de todos los países del mundo y él había sido el elegido. Nada le hacía más feliz desde que le habían comunicado la noticia una semana atrás. Era su semana de gloria.
Salió del vagón nª 13, caminó por el estrecho pasillo como pudo intentando sujetarse en las puertas de los diferentes vagones. Estuvo a punto de caerse varias veces, no podía controlar el peso de su cuerpo con los vaivenes del tren. Atravesó varios vagones sin ver a ningún pasajero. De pronto se apagó la luz, sólo se divisaba el resplandor de las luces de emergencia. Intentó mirar por las ventanas, se había hecho de noche. Los pitidos del tren y sonidos de las ruedas en contacto con los raíles le estaban atrofiando los oídos.
Con gran esfuerzo logró llegar a la cabina del maquinista. Curiosamente la puerta estaba cerrada, tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para abrirla. Como con las manos no podía, se ayudó con el pie derecho. Le dio varias patadas hasta que por fin se abrió. Respiró e intentó tranquilizarse se sacó un pañuelo del bolsillo para limpiarse el sudor que caía por la frente, corrió la cortina negra. Antes de llegar a París leería y ensayaría el discurso que había preparado para la entrega del premio durante aquella última semana, seguro que cuando lo verbalizase se le pasarían todos los miedos y todo volvería a la normalidad a pasar de la soledad que sentía. A veces le pasaba el suyo era un mundo de fantasmas y de fantasía, luces pocas, sombras muchas. De repente la vio a ella sentada en el asiento del maquinista. Era unas anciana que llevaba un enorme bastón de hierro con la cara surcada como los labrados de los campos, los ojos hundidos y un solo diente. Se fijó en sus ojos en los que vio reflejados algunos de los personajes de sus cuentos, no pudo evitar el preguntarle:
-¿Hacia donde se dirige este tren?
La anciana le miró fijamente sin responder y al poco soltó una carcajada.
-Ja,ja,ja. –dijo a la vez que daba tres golpes con el bastón en el suelo.
-Dígamelo. Se lo ruego. Tengo que saberlo, voy a París a recoger mi premio.
-Aquí tienes la clave –dijo la anciana mientras se quitaba su gigantesco anillo plateado con un trébol de cuatro hojas superpuesto y lo depositaba encima del salpicadero. Entonces su silueta se transformó en un humo de color grisáceo que poco a poco se fue diluyendo.
Mister Scott lo cogió con acelero notando un escalofrío al entrar en contacto con el metal y sobre el trébol de cuatro hojas pudo leer: Nada es lo que parece.

Autora: Ana Mª López Expósito

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